La historia de la investigación ministerial PZR4/197/14, que se deriva de la denuncia arriba mencionada, y que está a cargo de Alberto Vicente Torres Rivera, es la de otras muchas: se enmohece en los archivos de la agencia cuarta del Ministerio Público del fuero común porque a este fiscal y al agente quinto, Rodolfo Lira Cruz, quien también investiga los hechos, poco les interesa que se desahoguen las diligencias, finalmente, el patrimonio de cientos de jubilados y sus vidas no tienen importancia para estos ejemplares servidores públicos.
En marzo de 2014, los 180 petroleros defraudados, y socios de la caja de Ahorros Solidaridad, organizados a través de la organización “Defensa Legal y Justicia, A.C.” presentaron la denuncia ante la Agencia Cuarta del Ministerio público contra Héctor Cruz Rodríguez y sus hijos Obed, Gabriel y Erick, de apellidos Cruz Ortiz, además de algunas de las “amigas” del líder de jubilados. Todos se pasean tranquilamente, confiados en el manto de impunidad que los protege.
¡QUÉ BONITA FAMILIA!
Héctor Cruz se volvió tan insaciable que, al ver que llegaban más y más inversionistas a Solidaridad, la ambición lo llevó a involucrar a sus hijos Erick, Obed y Gabriel en el desvío de recursos y, además de hacerlos socios preferenciales, puso a su nombre inmuebles y vehículos lujosos.
El otrora líder de los jubilados ha adquirido propiedades en esta ciudad y Cazones y las ha escriturado a su nombre. Se da el lujo de tener automóviles costosos y sostener en la caja de ahorros a su hijo Erick, quien sin ser jubilado y ni siquiera petrolero, llegó a tener, un Jetta y una camioneta Van, ambos de lujo, amén de que vive como príncipe y disfruta de una mansión lujosamente amueblada.
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Otro ejemplo es una mujer muy cercana a Héctor Cruz, de nombre Nélida, a quien le abrió una cuenta de ahorros de tres millones de pesos, lo que revela la voracidad de esta versión de bolsillo de “Chucho el Roto”, pero en su más trágica expresión, porque robó a auténticos trabajadores para enriquecer a sus “amigas”.
Cuando pudo hacer ostentación de su nuevo estatus, la familia y amigas de Héctor Cruz llegaron a tener una flotilla de vehículos tales como dos camionetas marca Chevrolet, tipo Colorado, una roja y una gris; una Lincoln color blanco; una Suburban, Bicentenario; una GMC, Sierra, color beige; una Tundra,color blanco y una Transverse, entre otras unidades, nada mal para un humilde petrolero jubilado que pregonaba la honestidad para atraer partidarios.
En esta complicada red de fraudes y hasta lavado de dinero, Héctor Cruz Rodríguez también involucró a un gris arquitecto, de nombre Gustavo Rojas, quien llegó a Solidaridad a inicios de 2011 y en poco tiempo se ganó la confianza del “líder” para terminar convertido en su asesor y todopoderoso mandamás, a quien los compañeros de muchos años de lucha de Héctor Cruz llegaron a temer.
Al amparo de la obediencia ciega y las intrigas, Gustavo Rojas ha logrado una prosperidad económica como nunca imaginó en su vida, como ejemplo está el Hotel Suites “Torre Gurosa, S.A. de C.V”, en la colonia México, y el restaurante y bar “RODISA ”, lo que lo convirtió, de la noche a la mañana, en un próspero empresario.
Una de las últimas trampas de Héctor Cruz Rodríguez fue comprar, con dinero de los ahorradores, una propiedad que se ubica en la esquina que forman la avenida 20 de Noviembre y calle 20, de la colonia Cazones, por un valor de tres millones 500 mil pesos, para luego argumentar que ese inmueble se encuentra en litigio y, sin más explicaciones, la inversión se fue a la basura, extrañamente, en ese lugar es precisamente donde se ubica el lujoso bar de Gustavito Rojas, (así es como lo llama Héctor Cruz).
LOS PRÉSTAMOS IMPAGABLES
Héctor Cruz aún no explica a dónde fueron a parar alrededor de 400 millones de pesos que, con el objetivo de presumir el origen de la impunidad que lo protege, ha señalado ante sus allegados que prestó, previa forma de pagarés, a funcionarios de la Sección 30 del STPRM, un Senador de la República por Veracruz, empresarios, políticos, líderes del PRI y hasta un exsecretario del gabinete, lo que a base del silencio cómplice lo mantiene operando en la impunidad y con la confianza de que no será llamado a cuentas. “He pagado varias campañas, si me hagan algo, yo publico los pagarés”, dice, en privado, el hombre que ha caído en los excesos que alguna vez acusó de Donaciano Ortiz Hernández.
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